viernes, 25 de junio de 2010

Papiroflexia

Soy un origami inacabado. Soy esa manía obsesivo compulsiva de plegarme, de darme vuelta entre las manos a ver qué surge mientras amenazo continuamente las formas, tratando de resolver -al fin- qué soy. Ni siquiera pienso quién, sino eso: qué. Por lo general la geometría me huye; apenas algunos arcos, algunas curvas suaves en la espalda que me traduce al mundo y una que otra esquina punzante escondida hacia adentro, dispuesta a lastimar dedos ajenos si se empeñan en desenvolver con violencia los bordes de mi entramado.

Muy a mi pesar me faltan círculos. Casi nada logra cerrarse en mí y en cambio abuso de las espirales, hacia arriba y hacia abajo,  como si olvidara que un día de una vez por todas tendré que detenerme y enrumbar hacia una única dirección -porque sí, en el fondo es a eso a lo que aspiro-.
Y acerca de los cuadrados, es definitivo... simplemente no me caben.

Cuando se trata de darme color es peor: quiero negro ¡el negro me encanta! pero no, no tanto, así ya es demasiado negro. Necesito el blanco para vivir... un poco más, más... ¡ya! Basta, en exceso encandila y no logro mantener su rigidez...
¡Azul! sí, el azul me serena; cuando soy azul (o verde) se me hace fácil respirar. Puede uno sentarse en el balcón a contemplarlo todo y ya no duele. Cerrar los ojos y viajar dentro de un pájaro, abrir los oídos y estremecerse con el crepitar abandonado de las hojas, ofrecerle al río las suciedades que se atascaron en la garganta y lavar la mirada en un agua diáfana y amable; estas cosas son posibles desde el azul y el verde.
Ahora rosado; tiene que verse añejado, un poco herido por el tiempo y ha de saberse necesariamente que el rosado que soy lleva muchas cicatrices.
Luego, rojo; no cualquiera, por supuesto. Ni tan escarlata ni tan ladrillo. Más bien coagulado, licuando un matiz salvaje y frenético como el de mi verdadera sangre, con tonos ligeramente lascivos, ligeramente extremos, mínimamente torturados, cual la molicie de la meretriz que juré que sería, por si acaso era cierto que no existía el amor.

Después de padecer este tallado angustioso, esta ablución de horas recorriendo las posibilidades, me arrugo contra la noche y voy a parar al cesto de la basura. Sigo sin saber lo que soy, o por lo menos, no tengo certezas. Me fertilizaron en el útero de la neurosis y la raíz de mi identidad se disolvió en el centro de su placenta.
Pero "la esperanza es lo último que se pierde"... y mañana... mañana volveré a intentarlo.




(Foto: Origami de culturas. Álvaro Escriche)


4 comentarios :

  1. No puedo decir que se me ha revelado lo bien que escribe usted, no lo puedo decir porque mentiría.
    Una confesión papirofléxica (que se me permita el término)que dice (me dice)tanto. Desde las formas geométricas hasta los colores y sus matices, desembocando, al fin, en el destino inexorable de algunos papeles. Sin embargo, yo creo que usted es argamasa de lunas y soles, solución química y alquímica de algún mineral que seguramente no figura en la Tabla Periódica de los elementos, sangre de ríos, savia de frutos, conjunción de suavidades, unión de delicadas asperezas y mucho más aún...
    Y este texto es sumatoria de sus calidades de escritora, que las tiene y muchas. Me fue llevando de aquí para allá en la construcción tan cuidada de las frases, la elección de las imágenes, la sapiencia en el uso del vocabulario justo y donde nada sobra. Rescato una perla, "Después de padecer este tallado angustioso, esta ablución de horas recorriendo las posibilidades, me arrugo contra la noche y voy a parar al cesto de la basura." En menos de dos líneas, logra usted, mi señora, una síntesis perfecta que encierra todo el "decir" del texto.

    Un reo admirado; no asombrado. Asombra aquello que no se sabe. Y yo sé de lo bien que usted escribe.

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  2. Ay, Reowest, ayer tuve un día de perros -cosa bastante mala si se considera que soy un gato-, pero rescato llegar en la noche y encontrarme con este comentario suyo!

    Si tengo que elegir, a la hora de decir de mí, me quedo con aquellos de que soy una "argamasa de...". Uhmmmm, quién soy yo, después de todo, para polemizar con un oesteño rebelde? (jiji..).

    Grax, querido, esperaba atenta su opinión lectora y en su generosidad me dio aún más...
    Todas las lecturas... la lectura...

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  3. Vuelvo a su jardín de secretas camelias porque me ha quedado una duda, no menor por cierto.
    Es usted un gato o una gata? Hay una diferencia entre ser el uno y ser la otra, sabe. Y como dirían los franceses... Viva la différence!

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  4. a ver, un momentito que reviso... (jijiji...)...

    Sip! gataaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (a no dudar de nuevo, eh!)
    ;)

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